A nivel urbano, el conjunto tiene la adecuada escala. La gran isla hospitalaria queda resuelta y estructurada, con una rambla de circulación que articula todo el recorrido, arrancando y cerrando éste con dos plazas públicas que recogen a los usuarios, y que dan acceso de modo bipolar al vestíbulo urbano principal.

En el aspecto funcional, se trata de un diseño flexible y comprensible pensado para el usuario final, con el fin de garantizar una fácil comprensión espacial para el visitante esporádico. Arquitectónicamente, el conjunto hospitalario tiene la presencia justa y su imagen responde a una estructura constructiva, con un sistema modular, repetible y flexible.

Uno de los objetivos fundamentales del proyecto se basa en mostrar el gran nivel de calidad asistencial que el Hospital de Tarragona ofrece a la ciudadanía, siempre desde un enfoque esencial a la vez que amable. Se trata de una apuesta por generar espacios humanizados y confortables que acojan al paciente.